Aragón

   Por el norte de las Bardenas Reales entramos en tierras aragonesas, en concreto por el pueblo de Sádaba.
   A pesar de que las carreteras por las que ciclamos no tienen tráfico, abandonamos el asfalto buscando un atajo hacia Agüero.
   La variante no está exenta de sorpresas: un arroyo de montaña que cruza la pista, ...
... unos perrazos que resultan ser amigables, ...
... o una lindísima cascada con poza donde refrescarse camino de San Felices.
... Al final de la jornada, los mallos de Agüero y más tarde los de Riglos nos dan la bienvenida.
   Los pueblos por los que pasamos apenas tienen comercio y resulta difícil encontrar tiendas donde abastecerse. Pero siempre aparece una en el lugar más inesperado, con un suministro de lo más variado.
   El invierno ha dejado abundante nieve en los Pirineos y a finales de junio todavía blanquean sus cimas.
   Rodando por el norte de la sierra de Guara, no se puede desaprovechar la ocasión de pegarse un bañito en sus transparentes y gélidas aguas.
   Un reventón en la rueda trasera de Gaizka, se convierte en la única avería del viaje. Colocamos en el interior un trozo de cubierta vieja y a cruzar los dedos para que aguante hasta Ainsa.


   Pasado el pueblo de Lagarta encontramos un lugar ideal donde montar el campamento.
   Arroyo donde asearse, mullido suelo para acampar y sabrosa cena. ¿qué más se puede pedir?
   A la mañana siguiente nos desayunamos los pocos kilómetros que restan hasta el coll y vertiginoso descenso hasta Boltaña.

   Pueblo de Banastón con Peña Montañesa al fondo.
   Pedaleando con el monte Perdido como telón de fondo.
   Camino de Graus , a pesar de los fuertes desniveles, la ruta nos ofrece lindas vistas.
   Arribamos a la localidad de Graus y ésta nos recibe con un buen camping y una mejor piscina.
   Pintoresca plaza mayor de Graus.

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